Oceiros, el Rey Consumido
Descripción:
Oceiros aparece como un viejo decadente dragón con piel pálida y transparente, con una notable falta de escamas en su piel. Aún conserva la capacidad del habla pero también grita y ruge como una bestia cuando se le provoca. En una mano sostiene un bastón de hechicero y en la otra a su hijo «invisible» Ocelotte.

Combate:
Durante la primera fase luchará a 2 patas utilizando su bastón, mientras que en la segunda utilizará sus 4 patas. En esta segunda fase volará sobre jugador y escupirá hielo. Además, mientras este en tierra, este embestirá como un toro (similar a los ataques de Vordt en su segunda fase) en dirección del jugador.
Lo mejor que se puede hacer con este jefe es buscar su entrepierna y espalda y concentrar allí los ataques.
Lore:
Oceiros es formalmente el Rey de Lothric, y padre de los Príncipes Gemelos, Lorian y Lothric. Su titulo representaba la tradición de enlazar la llama del reino, una responsabilidad transmitida a generaciones de gobernantes de Lothric.
El Rey se casó con la futura reina de Lothric, Gwynevere, con quién concibió a Lorian y Lothric. Lorian, el príncipe heredero, recibió la antigua armadura de latón entregada por la familia real, junto con una corona con patrones de llama, simbolizando la tradición de enlazar la llama. Lorian fue criado como un caballero, probando su increíble poder en el campo de batalla, liderando una guerra contra los Demonios del Caos restantes, incluso llego a capturar alguno de ellos como esclavos para el reino. Lorian se enfrentó cara a cara contra el Príncipe Demonio, derrotándolo en una batalla la cual imbuiría su espadón con la llama del caos y tintando su armadura de negro.
Lothric, el príncipe mas joven, fue destinado como Señor de la Ceniza, con la tarea de sacrificarse así mismo como combustible para la Primera Llama para seguir manteniendo la Era del Fuego. El príncipe nació débil y enfermo, sin embargo fue visto como «la última esperanza de su linaje».
Oceiros creó una inmensa propaganda alrededor de la figura de Lothric, no solo le puso el mismo nombre del reino, si no que también construyó estatuas que lo representaban con su espada sagrada listo para completar su tarea, a la vez que preparó su trono en el Santuario de Enlace de Fuego por adelantado. En traición a las esperanzas depositadas en él, Lothric siguió siendo un niño enfermo y encogido desde su nacimiento hasta la edad adulta, ni siquiera creciendo de su ropa de bebé, que siguió siendo su única ropa durante toda su vida y fueron bendecidos para al menos tratar de mantenerlo saludable.
Cuando la familia real se dio cuenta de que Lothric no iba a mejorar su condición, recurrieron a métodos cuestionables en un intento desesperado por conseguir a un campeón digno de enlazar la llama, aun si tenían que crear algo inhumano.
En sus últimos años, frustrado por continuos fallos en encontrar un campeón digno, Oceiros fue conducido a la locura por su trabajo con la sangre de Lothric, y quedó fascinado con los dragones y buscó otros medios para lograr su meta. Eventualmente Oceiros sucumbió al conocimiento maldito del Gran Archivo, donde encontró el retorcido culto a Seath, desarrollando una fascinación hacia el dragón pálido, y sus investigaciones.
Una vez que su deseo de trascendencia se saciara, Oceiros volvió a engendrar a un hijo con Gwynevere, creyendo que un descendiente de dragones sería un digno Campeón. Una vez que obtuvo a su hijo Ocelotte, Oceiros se retiró con su guardia real a los jardines reales cerca del Santuario de la Enlace de Fuego, ignorando completamente el estado de su reino para proteger al «hijo de dragones» que representaba la culminación de sus deseos y lo único que quedaba en su vida. A pesar de sus esfuerzos, el rey ni siquiera pudo ver a Ocelotte, sosteniéndolo firmemente en su palma.